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11/12/2013

Mucho hablamos, hoy en día, de los ignorantes, de los fanáticos, de los ambiciosos, y de un largo etcétera, pero muy poco espacio de difusión se le dedica, creo yo, a aquellos sagaces causantes de estos males; males esparcidos por sobre dichas personas que los portan, o sea, de las muy pocas referencias hacia esos implacables corruptores en todo sentido, y que han aquejado y atrasado a la humanidad, desde que ésta tiene "uso de razón".

Pero, ¿que debemos pensar respecto de esos impiadosos impulsores de aquellos tres males que éstos depositan sobre la sociedad, moral e intelectualmente indefensa, cual guano de murciélago desparramado por sobre el piso de una oscura y húmeda caverna?

El pensamiento que se desprende de la cuestión anterior es, nada más y nada menos que, -y al igual que lo hace un virus-, la manera en que aquellos involucionistas atacan directamente sobre el tejido social, que se encuentra moral e intelectualmente indefenso, por medio de sus procesos corruptores, fanatizadores, esclavizadores y asesinos del Ser, con el solo objetivo de someter y encarcelar psicológicamente a las masas, por medio de sus desgraciadamente fuertes cadenas de opresión mental, de convencimiento y de disgregación espiritual, transformándose esto último en el adiestramiento de seres humanos, de manera tal de que no puedan ser participes del Luminoso transitar desde la dualidad hacia la unidad, desde la Díada hacia la Mónada, desde un mundo de materialismo, individualismo y bajas pasiones dominantes hacia la tan necesaria e introspectiva espiritualidad para con uno mismo, desde ser un mero esclavo gracias a aquellos opresores de almas hacia ser un convencido dueño de si mismo, desde estar atado por corroídas cadenas psicológicas hacia el tener la fuerza espiritual necesaria para romperlas. Estos asesinos del Ser, nunca se detendrán, ni repararán en daños, ni experimentarán la empatía, ese tan necesario colocarse en el lugar del otro, y menos que menos serán capaces de darse cuenta de sus acciones devastadoras para la humanidad en su conjunto, por el simple hecho de que éstos entes oscuros no ven mas allá de sus propios intereses de toda índole, pero, que al resumirse dicho conjunto, el interés último es uno solo: alabar a esa diosa mercado que ostentan los políticos corruptos y las empresas en connivencia con ellos.

Cuanto mas personas se encuentren bajo sus afiladas garras, mas alabada se sentirá la diosa. Cuanto mas debilitada, moral e intelectualmente, se encuentren las masas y cuanto más fuerte sea el individualismo el sentimiento que defina a cada una de las personas que formen dichas masas, mas satisfecha con sigo misma estará aquella diosa.

Por eso yo les digo:

¡Hey! ¡Pongan atención! Malignos discípulos de la diosa de la corrupción, ¿porqué todavía continúan pululando por esta bendita Madre Tierra, sabiendo que el efecto de sus malditas acciones retornarán hacia ustedes mismos? ¿Quienes se creen que son?, ¡hey!, ustedes, infames servidores de su propio verdugo. Es que, ¿no se dan cuenta de que la diosa de la corrupción también se encuentra por encima de ustedes? Pues no olviden una cosa, y es que ella los aplastará ante la más mínima percepción de sus propias, corruptas y ocultas falencias. Si, ¡a ustedes les digo! Falaces de cuello blanco y mentores de cultos divinos. Si, ¡a ustedes los menciono! Voraces acaparadores de tributos ajenos. Si, ¡a ustedes los señalo con mi dedo índice firme y recto! Viles creadores de falsos ídolos. Si, ¡ustedes... ustedes, depositarios de mi recia mirada! ¡¡¡Mirenme!!! Monstruosos y corpulentos dueños de los dueños. Si, ¡ustedes!... allí, ¿es que todavía no se han dado por aludidos?, allí los veo... ustedes que en todo momento intentan envenenar a los muertos... ¿porqué esa insistencia para evitar que el Ser Renazca?, es que, ¿el que puedan llegar a ver a la Mónada, los pone inquietos?, ¿y se dieron cuenta de que, con tanto derramar de su propio miedo, así alimentan a aquella diosa?, aunque eso es bueno, ya que ¡el miedo mata!, inescrupulosos impulsores de la mediocridad y de la involución del Ser. Pero, tengan de seguro, que cuando se hallen aplastados por su majestad divina de la corrupción, los únicos que los podrán auxiliar, son aquellos a que ustedes mismos corrompieron, fanatizaron, esclavizaron y asesinaron su Ser, pues, los que todavía cargamos con la coraza anti-ustedes, si, ¡¡¡anti-ustedes!!!... ¡serviles depredadores de las virtudes humanas!, no haremos más que esperar hasta que desaparezcan solos entre sus propias desidias. Es que ¿no se dan por aludidos?, al desaparecer ustedes, mentores, dueños, acaparadores, creadores de ídolos, impulsores de la mediocridad... ¿pues no se dieron cuenta todavía, que desaparecerá también... su tan alabada diosa?.

Por lo tanto, la idea que intento hacer desprender de mi anterior párrafo, es que el Hombre, en tanto que su universal, seguirá estando incompleto en su evolución psicológica, y por ende, la humanidad misma, sino aprendemos a distinguir, a quitarles las máscaras y a señalar a aquellos artífices de todas las atrocidades inimaginables sobre nuestro planeta, de las que ya somos habituales espectadores en primera fila. Con solo identificarlos, será el primer paso hacia la libertad del individuo. Cuanto menos seguidores posean entre sus, por ahora, atestadas filas, menos poder tendrán, al igual que su diosa de la corrupción. La clave aquí, -además de estar siempre dentro de nosotros mismos-, se halla en no permitir, desde nuestro uso de razón, que algunos de aquellos perversos adoradores de la divinidad mercantil corruptora, y destructores de las individualidades ajenas, -y que no es lo mismo que el individualismo-, se adueñen de nuestras vidas introspectivas, espirituales con nosotros mismos, de nuestros sueños, de nuestros talentos, de nuestras capacidades, de nuestras energías... ¡¡¡no!!!, no debemos permitir que se adueñen de lo que realmente somos para pasar a ser lo que ellos necesitan que seamos. Nosotros somos los únicos y soberanos dueños de nosotros mismos, portando el deber innato y universal de, no solamente evolucionar en cuerpo, sino que principalmente, en nuestro espíritu y en nuestra psiquis. En espíritu, en tanto que nuestra vida introspectiva, y en nuestra psiquis, en tanto que poder reconocer las cadenas que nos atan, de manera tal de comenzar a eliminarlas una a una, hasta que seamos verdaderamente libres, interna y externamente.

Cuanto mas fuerza espiritual y psicológica obtenga la conciencia colectiva humana, mas fuerte será nuestra sociedad, mas débiles serán aquellos corruptores, y menos voraz será aquella diosa.



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