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11/03/2020


En cuanto al simbolismo de "Lavarse las Manos", el mundo está "invocando" a Poncio Pilatos, quien se lavó las manos, ante el sufrimiento de otra Persona. Entonces, esto quiere decir que, no nos debemos lavar más las manos, frente al sufrimiento de los demás, simbólicamente hablando, y hagámoslo en la realidad, con las imperfecciones inherentes al Ser Humano, por supuesto, pero todos poseemos, esa posibilidad -y multitudes de otras- a nuestro alcance.

Por otro lado, el simbolismo de NO TOCARSE, ni de besarse, etcétera, se corresponde con la "Resurrección de Jesucristo", quien le expresó a María Magdalena, lo siguiente: “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre” (Juan 20:17). Y esto último, significa que, para que Magdalena lo pudiese tocar nuevamente, Jesús debería primero, obtener su propia Apoteosis, y por el trabajo de sí mismo sobre sí mismo, es decir, al estar clavado en la Cruz (esa figura femenina que lo sostuvo hasta lo último, desde atrás, pese a sufrir los mismos daños que Jesús), y al perdonar a sus mártires, Él demostró Amor (poderoso sentimiento que se corresponde, simbólicamente hablando, con el Corazón, y con el Hijo), mientras que, al resucitar, todavía le quedaba un proceso por realizar, y que era el de llegar al uso pleno de la Razón basado en su intelecto conseguido por Él mismo, y de una Conciencia elevada (es decir, el Cerebro, lo cual se corresponde con el significado del Padre). Jesús dijo: "Nadie llega a mi Padre, sino a través de Mí" (Juan 20:17), y esa frase simboliza que, "Nadie llega al buen uso de la razón y de una conciencia elevada, es decir, a la propia Apoteosis (señal de la Cruz, en forma vertical, sobre la frente), sin antes saber qué es el Amor, representado por el Hijo (señal de la Cruz, en forma vertical, pero ahora, sobre el Corazón); por lo tanto, la Razón y el Amor, deben ir de la mano, en todo ser humano", y de una manera meramente conjunta, he inseparables. Ya sabemos lo que sucede cuando existe mucha razón y nada de amor, ¿no es cierto? Entonces, si eres creyente en un Dios externo, recuerda que Jesucristo era un Hombre común que llegó a ser Dios consigo mismo, por basarse en la dualidad Razón-Amor, y cuando te Persignes (cuando te Signes o te Firmes hacia ti mismo), y expreses: "En el nombre del Padre, del Hijo...", estarás repitiendo constantemente, lo mismo que esto: "En el nombre de mi uso de Razón, y de mi capacidad de amar..."; por lo tanto, por más que te laves las manos, como Pilatos, sino utilizas la Luz de la Razón en conjunción con el Amor, solo lograrás odiar a través del intelecto que hayas logrado construir en ti mismo; el Amor no necesita tanto Intelecto para amar, pero, el Intelecto necesita mucho del Amor para desarrollarse correctamente, porque de lo contrario, nuestra especie estará en un grave problema; problema éste, que ya lo tenemos desde hace mucho tiempo, el de que éste mundo se fundamente más, en la capacidad intelectual de manera disyuntiva con respecto a la capacidad de amar. La Conjunción del Padre y del Hijo, del Sol Circundando e Iluminando el Intelecto de Jesucristo y del Amor, debe ser la norma, y no la excepción.

Todos podemos ser Jesucristo, y/o los demás profetas sincréticos de las otras religiones; en definitiva, todos podemos ser Héroes Solares, y que como han podido observar en las imágenes de Jesucristo, siempre hay un Sol Coronando su cabeza, mientras que en el Padre, en esa Hipóstasis de 3 en 1, denominada Santísima Trinidad (heredada de la Tríada Osiríaca egipcia, con Osiris, Isis y Horus), existe una figura geométrica muy diferente a la de los Héroes solares y a la de los Santos (las de los cuales, son figuras circulares), y que en aquella Hipóstasis, es el Triángulo, símbolo inequívoco del Padre, es decir, del Uso de la Razón. Nadie llega al Triángulo, sino a través del Círculo; Nadie llega a ser Dios de si mismo, sino a través de convertirse en un Héroe Solar, en un Maestro Ascendido; Nadie llega al verdadero uso de la Razón, sino a través del fundamento del Amor; Nadie llega a hacer consciente lo inconsciente (por medio del uso de la Razón, del Padre, del Triángulo, del Universo), sino a través de los valores éticos y morales necesarios para una sociedad justa (por medio del uso del Amor, de una conciencia elevada, del Hijo, del Círculo, del Sol), ya sea que dichos valores provengan de un estamento laico, o de uno religioso; y la anterior dualidad, es casi irrelevante, debido a que, la moral y la ética, no son virtudes, únicamente subordinadas bajo la potestad de otros entes que no sean el del propio Templo Humano.


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