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18/05/2016

(Video de mi actuación sobre este texto, al final del mismo).

Hola, soy Mark Watney, astronauta. Grabo esta bitácora para que quede un registro por si acaso no sobrevivo. Son las 6:53 a.m. del día solar 19 y estoy vivo. Evidentemente. Pero supongo que será una sorpresa para mis compañeros y para la NASA. Y para el mundo entero, en realidad, así que... ¡Sorpresa!

No morí el día solar 18. Imagino que este trozo de nuestra antena de comunicaciones se rompió y atravesó mi biomonitor y también me hizo un agujero a mí. Pero el pedazo de antena y la sangre sellaron el hoyo en mi traje, y eso me mantuvo con vida aunque la tripulación debe haberme dado por muerto. No tengo forma contactar a la NASA. Y aunque pudiera, una misión tripulada tardaría 4 años en llegar. Y estoy en un Hábitat diseñado para durar 31 días. Si el oxigenador falla, me asfixiaré. Si el recuperador de agua falla, moriré de sed. Si el Hábitat se perfora, voy a hacer implosión. Y si, por algún milagro, no sucede nada de eso en algún momento se acabará la comida así que...

No voy a morir aquí.

Bien, hagamos el cálculo. Nuestra misión aquí debía durar 31 días solares. Por seguridad, enviaron comida para 68 días. Para 6 personas. Para mí solo, durará 300 días solares. Si la raciono, podría durar 400. Así que debo hallar el modo de cultivar comida para tres años. En un planeta donde no crece nada. Por fortuna soy botánico. Marte se estremecerá ante mis poderes botánicos.

El problema es el agua. Creé 126 metros cuadrados de tierra cultivable. Pero cada metro cúbico de tierra requiere 40 litros de agua para ser cultivable. Así que debo hacer mucha más agua. Lo bueno es que conozco la receta. Tomas hidrógeno, agregas oxígeno, y lo quemas. Bien, tengo cientos de litros de hidracina sin usar en el vehículo. Si paso la hidracina por un catalizador de iridio se separará en N2 y H2. Y entonces, dirijo el hidrógeno a un área pequeña y lo quemo.

Por fortuna, en la historia de la humanidad nunca ha sucedido nada malo por prenderle fuego al hidrógeno.

La NASA odia el fuego. Por aquello de que "el fuego hace que todos mueran en el espacio". Así que, todo lo que envían acá es resistente al fuego con la notable excepción de los artículos personales de Martinez.

Sí, provoqué una explosión. Imagino que olvidé tomar en cuenta el oxígeno adicional que he estado exhalando, al hacer mis cálculos. Porque soy un tonto.

Un dato curioso: así se fundó el Laboratorio de Propulsión a Chorro. Cinco chicos en Caltech intentaban hacer combustible para cohetes y casi queman su dormitorio. Y en vez de expulsarlos los enviaron a una granja cercana para que siguieran trabajando. Y ahora tenemos un programa espacial.





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