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15/12/2017


La indignación que me causa la incomprensión de la gente, respecto de ciertos temas, es atroz, teniendo en cuenta que las evidencias, y mas que ellas, cuando las pruebas están a la vista, y aunque se las muestras varias veces, aún así, siguen sin comprender. Y dichas pruebas se corresponden con el mundo de los eventos y de las cosas, hablando en general, simplemente para que se asimile lo que quiero que comprendamos entre todos en este nuevo artículo.

Tal y como lo he expresado en otro lugar, un buen ejemplo del entendimiento torcido y evasivo de ciertas personas es cuando, por ejemplo, en lugar del evento y la cosa real, lo reemplazamos por un evento y una cosa ficticia, para que nuestra comprensión sea mas amplia, antes de continuar leyendo este artículo, y de mi parte, tratándolo de escribir de la mejor manera posible. El ejemplo que mencionaba antes es el siguiente: "¿Porque será que a algunos, les muestras una manzana, les preguntas que es, y responden, que es una camisa azul con botones rojos?". La raíz semántica de la frase anterior, encerrada entre comillas, se corresponde con la constante tergiversación automática del entendimiento del receptor de un determinado mensaje, y basados en la anterior frase, terminamos preguntándonos, o bien, exclamando ¡pero si yo le mostré una manzana y únicamente le pregunté que era lo que veía! ¡Obviamente que la respuesta correcta es: manzana! Entonces, ¿porque, determinados grupos de personas, expresan cualquier otra cosa, en lugar de: manzana? ¿Porque ese intento, aparentemente instintivo y de auto-protección, de no poder llegar a esgrimir una respuesta lo mas cercana al respecto de lo que se pone en consideración a través del núcleo mismo de la pregunta? ¿Porque no se responde, simplemente: manzana? Pues bien, la respuesta, desde mi punto de vista, no se responde como debería responderse, debido al ruido e interferencia mental que generan los prejuicios, las subjetividades, basados estos en una pobre vida de virtudes y en una ausente vida dedicada a construir el intelecto. Esa es la respuesta lo mas objetiva posible, que esgrime mi elocuencia escrita, del porque ciertas personas no ven manzanas donde hay manzanas, y todavía afirman, con total autoridad, o bien, con una autoridad auto-proclamada, de que esa es la verdad, la pura verdad, y nada mas que la verdad; y que la persona que muestra la manzana, y al mismo tiempo, la misma que pregunta: ¿que es esto?, con el objetivo de obtener la respuesta que es la evidentemente correcta; dicha persona, esta última, "es la que está equivocada", y no así, la que da una respuesta apócrifa a cada cuestión que se le presente ante sus narices autoritarias.

Si bien, el comportamiento mas plausible o correcto, ante aquel escenario, anteriormente expuesto, luego de ser receptores de una respuesta errónea ante una cuestión tan evidente, es el de, literalmente "cerrar nuestra boca", saber detenernos a tiempo, y luego, continuar con nuestros quehaceres diarios de la vida en lo que nos concierne a cada uno. Con lo anterior nos damos cuenta de que hay ciertas personas que no son capaces de comprender a otras, aunque estas últimas sean tan elocuentes y evidentes por si mismas, tal como una manzana, con el resultado de que habría en este mundo, infinidad de capas de entendimiento de una cierta realidad, realidad que es evidente a todas luces, ya que no me refiero aquí a ciertas realidades mas complejas, oscuras y escondidas a la Luz de la razón humana, las cuales requieren mas tiempo y esfuerzo, individual o cooperativo, para aplicar el método necesario, de manera tal, que nos ayude a arribar hacia una verdad lo mas objetiva posible, tal como si fuera el fruto de un árbol de situaciones y de cosas, mucho mas complejo que el que aquí deseo poner en tela de juicio crítico, y con una esperanza de comprensión cada vez mas amplia por parte de todos. Por ello es que aquí intento analizar lo evidente, ese objeto de estudio que no requiere de metodología alguna para obtener una determinada verdad respecto de él, sino que requiere, simplemente, el uso de los 5 sentidos, mas el sentido común de vez en cuando.

Por lo tanto, y en base a todo lo anterior, pregunto nuevamente: "¿Porque será que a algunos, les muestras una manzana, les preguntas que es, y responden, que es una camisa azul con botones rojos?"

Y ante toda respuesta errónea a toda pregunta evidente, si bien no nos queda otra opción que alejarnos de ese impulso de querer obtener la respuesta obvia: "manzana", el silencio será nuestro siguiente accionar, con cada intento de explicar el porque una manzana es una manzana, el receptor de la pregunta intentará confundirnos con re-preguntas y con frases ad hominem, con lo cual, nos veríamos envueltos en una vorágine léxico/semántica interminable, y con las consecuencias que todos podemos llegar a imaginarnos, sin tener que detallarlas aquí. En definitiva, ante una situación como la planteada, la segunda acción, luego de obtener una respuesta incorrecta a una pregunta obvia, es huir lo mas pronto posible, no porque no queramos iluminar a dicha persona empecinada en decir que la manzana que le mostramos no es una manzana, sino que, debemos huir, debido a la negativa implícita, -encerrada en elucubraciones apócrifas respecto del objeto en evidencia-, de dicha persona, en querer comprender, lo que no puede, por la misma razón de lo que yo nombraba unos párrafos mas arriba y que resumo como la falta de virtudes morales y éticas sumada a la ausencia de todo intelecto, frente a la supremacía del individualismo, las banalidades, el simplismo, la ausencia de empatía y la creencia que la felicidad eterna es lo único que debemos anhelar en la vida, evitando con extremo fervor, todo sufrimiento que proviene del mejoramiento de uno mismo. Es como intentar clavar un clavo en la pared para poder colgar un cuadro con una bella pintura de una manzana a punto de caer sobre la cabeza de Newton; la pared y nuestros músculos deben sufrir, antes de que podamos disfrutar de una bella y elocuente pintura. Pues, estas últimas personas, intentan colgar sus cuadros sin martillo, sin clavo y menos que menos, sin dañar la pared, con la potente intención y la ferviente creencia, de que, aún así, obtendrán la felicidad al disfrutar de la belleza del cuadro "colgado por ellos", sabiendo que este último, se vendrá abajo ni bien despeguen sus manos de los marcos. Para disfrutar de la belleza interna, debemos utilizar un buen martillo y, de seguro, varios clavos, porque a veces, las paredes se resisten, y los clavos se doblan, uno tras de otro, por lo que, nuestra perseverancia nos llevará a buen puerto, y el cuadro lucirá firme, por mucho tiempo.

Por lo tanto, el querer colgar un cuadro, con solo presentarlo por medio de nuestras dos manos, sobre la pared, esperando que el cuadro no se caiga al soltar las manos, es lo mismo que expresar que una manzana no es una manzana luego de mirarla. Para dar la respuesta correcta a todo esto, para poder colgar el cuadro, y para poder expresar, que la manzana mostrada, es en realidad una manzana, no puede hacerse jamás, sin una cuota de lágrimas de nuestra parte, sin dejar un poco de nuestro ser dentro de la esencia de dichos objetos, y para ello, es necesario acercarnos a las virtudes y a alejarnos de los vicios, acercarnos a la moral, a la ética, al estudio, a la filantropía en silencio y sin ventilaciones hipócritas, al uso del silencio interior, al cultivo del intelecto, al alejamiento de lo banal y del simplismo, y a la práctica y cultivo constante de nuestro carácter, lo cual debe englobar y regir a todo lo demás.

Entonces, basado en todo lo anteriormente expresado, me voy a referir a un suceso de la vida real, el cual nos ha tocado vivir muy de cerca, y para nada me dedicaré a preguntar "si una manzana, al verla, o mejor aún, al mirarla, el receptor de la pregunta es capaz de expresar que es una manzana, o por el contrario, es capaz de esgrimir una respuesta errónea sin vacilar, como por ejemplo, que dicha manzana mostrada, es una camisa azul con botones rojos". Ahora, expondré un ejemplo de la vida real, y que nos ha tocado vivir de cerca, muy de cerca, y además, para que todo lo anterior se contextualice y se comprenda mejor.

Hace un buen tiempo ya; yo diría que hace mas de un año; vengo denunciando un acto totalmente banal, egoísta, inescrupuloso, riesgoso, repleto de desvalores implícitos, cargado de contenidos relativos a las pulsiones mas primitivas del ser humano, al igual que todo otro ser que tenga la capacidad de reproducirse, sobre la faz de la Tierra. Dicho acto, tuvo un emisor y un receptor; siendo el primero de ambos, una persona de unos 40 años, de sexo masculino, quien fue el que envío lo anteriormente citado, hacia un receptor, también de sexo masculino, de 13/14 años de edad, es decir, un niño, el cual se encontraba reponiéndose de 3 meses de quimioterapia. El emisor, de aquella bajeza moral y ética, descrita de manera implícita, mas arriba en este mismo párrafo, junto con quienes lo apoyan, no pueden distinguir que "hay una manzana en la palma de mi mano"; por lo que, contrariamente, lo que logran ver (porque ni siquiera miran), es una construcción significativa propia, tal como un fundamento correcto para todo contexto semántico que se encargue de limpiar sus culpas, y todo posible daño que haya podido causar con su envío. Y como última respuesta a mis variadas denuncias, ocurrió algo que debía ocurrir, porque no existe una acción sin una reacción, es decir, no existe una considerable y ejemplificadora consecuencia, tal como la que se ha desprendió de mi última denuncia, para un acto tan deplorable como el que intento describir aquí, de manera un tanto velada. Debe saberse que todo acto tiene sus consecuencias, toda acción tiene su correspondiente reacción, y si lo anterior se da con uno mismo, lo que sucede es un aprendizaje, y un acto meramente introspectivo, de crecimiento interior; pero, por el contrario, si el acto inmoral está dirigido hacia otra persona, en este caso, hacia un niño del mismo sexo que el emisor mayor de edad, lo que se dará como consecuencia directa, es un castigo, y no un aprendizaje; si el que castiga, en este caso yo mismo, en calidad de denunciante; tiene el suficiente carácter y la suficiente firmeza en sus convicciones como para hacerlo una y mil veces, y hacia los lugares y personas que sean necesarios, sin importar quienes sean estos últimos.

Pero esta persona emisora de aquella bajeza moral, y también, todos los que lo apoyan a su alrededor, debido a su negativo reconocimiento de su culpa, sumado a un intelecto totalmente vacío, y a unas virtudes y valores inexistentes, continúan viendo una "camisa azul con botones rojos en la palma de mi mano", en lugar de mirar lo que realmente es, una manzana, es decir, el llegar a reconocer que ha sido un hecho muy grave e inmoral. Obviamente, el castigo, como consecuente reacción de mi parte; quien soy el que posee y quien mira a la manzana perfectamente sostenida por la palma de mi mano, pero también como reacción de otra tercera parte; ha sido ejemplificador, debido a que esta tercera parte también vio la manzana en la palma de mi mano, mientras que el emisor de aquella inmoralidad, únicamente continúa viendo lo que quiere y necesita ver, al igual que todos los que lo apoyan a su alrededor.

Por lo tanto, y retornando al ejemplo de la manzana, no hay peor ciego que quien no quiere ver, expresa un dicho por ahí. No hay peor mentiroso he hipócrita, que quien no quiere reconocer sus errores, ni la verdad desprendida desde sus actos inmorales, y como tales, son personas peligrosas, porque el auto-convencimiento de que tienen la razón, contra el castigo aplicado (y sufrido por él mismo) por no tener la razón, castigo que estará siempre allí, recordándolo día tras día, noche tras noche; dicho conjunto de cosas antedichas, es un generador de odio en constante auto-represión, hasta tal punto, de que esta persona pueda llegar a cometer una locura, ya sea consigo mismo, o bien con los que antes lo apoyaban, o también, contra los demás, en este caso, con el niño receptor de aquella inmoralidad, o bien con el denunciante y generador del castigo, es decir, mi persona, o con quien sabe quien, de mi propio ámbito familiar muy cercano. La no aceptación de su culpa, el intento aparentemente eterno de querer ver una camisa azul con botones rojos, en lugar de una manzana, junto con el castigo aplicado (siempre hablando del propio sufrimiento del emisor de aquella inmoralidad, tal como lo expresa la Eterna Recurrencia), y con el saber, de manera inconsciente, que ha obrado mal aunque siga sin reconocerlo nunca, es como comparar el sufrimiento que les genera el monstruo que habita el Averno de Dante, hacia sus victimas.


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01/07/2017


“Si encuentras tu espíritu abatido, por una rebeldía de tu propio ser, recuerda que tienes en ti mismo, la propia voluntad para vencer.”

Frase inolvidable que he leído cuando era niño en la contratapa interior de un libro de mi abuela paterna, y escrito de su puño y letra. No recuerdo si fue de su propia autoría, ya que no he hallado dicha frase en ningún otro lugar hasta ahora, la cual, se quedó grabada en mí, para siempre. 

Existen ciertas ocasiones únicas e irrepetibles en nuestra vida, en donde un evento, una persona, una palabra, una frase, un poema, un libro, una canción, o bien, una institución fraternal, llegan a generar un cambio psicológico muy positivo en nuestra personalidad. Y a este respecto, recuerdo muy bien que, cuando tenía unos 8 años aproximadamente, aquella frase que leí al final de un libro, escrita por mi abuela, y que cité al comienzo de estas palabras, generó un gran cambio en mi psique profunda, el cual fue de tal magnitud, que solo esas dos líneas bastaron para que mi vida diera un giro de 360º, la cual pasó a estar revestida de una constante búsqueda de la verdad, del saber, de la duda, del conocer, pero, todo ello, abrazado por lo que sería para mí, el comienzo de una especie de autoconocimiento primitivo, de una vida más introspectiva, y que comenzaba a gestarse, sin llegar a detenerse nunca más. Aquella frase, fue para mí, como una especie de chispa, la cual -en aquellos tiempos- pudo encender un Gran Fuego, dentro de mí muy neófita espiritualidad infantil, como una poderosa Antorcha portada en lo alto de mi mano derecha. Esas palabras escritas por mi abuela, no las he olvidado jamás. Y cuando, todo lo anteriormente dicho, se conjuga con lo último mencionado, con esa chispa, con esa antorcha, es el momento en el que ese gran cambio psicológico se produce. 

Ese punto de inflexión que causó en mí, el significado de aquella frase, respecto de la manera en que me veía a mi mismo, -y por ende, a todo lo demás-, lo hago análogo a mi inolvidable experiencia iniciática.

En la Iniciación, me sucedió un cambio muy similar al de aquella iniciación precoz, a los 8 años de edad, aunque, obviamente, esta fue de mucha mayor magnitud, que cuando leí, en mi niñez, aquella reveladora frase, salvando las diferencias de uno y de otro evento. Pero, más allá de las diferencias eventuales, ambos sucesos generaron cambios psicológicos extremadamente positivos en mi persona, pudiendo percibir, en mi iniciación, y sin dudarlo un momento, aquel punto de inflexión del que hablaba antes. Y me animo a afirmar, con total humildad, que ese punto de inflexión; entre mi muerte a todo lo profano, como un ser, a veces, ajeno a mi propio templo interior; y entre el posterior renacer hacia una nueva vida, hacia una nueva conciencia Perfectible de mi mismo, hacia una especie de transformación de ese Yo que me guía y de ese Súper yo que me condena; se renovarán ambos con fuertes cimientos, con paredes compuestas por inamovibles bloques de virtudes, levantadas en base a aquellas piedras en bruto, labradas una a una con la fuerza de mi espíritu, fuerza que será dirigida por el cincel de la razón y de la sabiduría; de modo de que, con cada día de mi vida… de nuestras vidas… ese templo interior irá tomando forma y firmeza. Y así como todavía recuerdo aquella Frase Iniciática de mi abuela, tal como si fuera la primera vez que la leo, -la cual seguiré portando en mi mente hasta abandonar la mortalidad del cuerpo-, también será lo mismo para el templo que comencé a construir, de una mejor manera que en mi anterior vida profana, a partir de mi iniciación. Pero, así como construir templos materiales, es un proceso que lleva varias generaciones, soy consciente de que nunca terminaré de construir mi templo interior, tampoco terminaré de pulir la última piedra bruta, ni llegaré a transformar el plomo en un oro más puro; pero, de lo que sí estoy seguro, es de que, en el trayecto de esta nueva vida, y junto a mis hermanos de aquí y de allá, podré haber llegado a pulir las suficientes piedras dentro de mí mismo, como para que ese templo; edificado principalmente por mi diario accionar, en una asistencia recíproca con la fraternidad, sea el contenedor y guarda de mi autoconocimiento… de mi capacidad de introspección… para llegar a correr el velo que impide ser consciente de mis propios ángeles y demonios… para saber cuales son mis fortalezas… para transmutar mis debilidades en potencialidades… para llegar a conocer a los demás, de una mejor manera empática… para ser un servidor y guardián de la especie humana, así como de la propia Orden; ese templo… llegará a ser cada vez más fuerte y más alto… tan fuerte y tan alto… que yo pueda llegar a sentir, con mis propias manos, como un Perfectible Obrero dentro de mí mismo, el inconfundible calor espiritual, emanado de la Flameante Luz de mi Conciencia... La Verdadera Luz.

El Ascenso hacia la Verdadera Luz, no siempre significa que una verdadera luz esté en Ascenso. Existen muchos iniciados, sumidos en un ostracismo intelectual y de conciencia, que todavía no han aceptado la Verdadera Luz. Pero no solamente, no aceptan a la Verdadera Luz, -inconscientemente, creo yo-, sino que rechazan, de la misma manera, a los que sí la portan, y por desgracias, los primeros son mayoría, mientras que los últimos, solo un puñado. Pero, todos, alguna vez, estuvimos dentro de la mayoría, dentro del ostracismo intelectual, pero los que logran escapar de la Ostra, los que se desprenden del Ánima que los oprime y no los deja individuar, son los que, en definitiva, logran, hallar aquella Antorcha, siendo sus Portadores por siempre, con la mano de la inteligencia elevada hacia el Cielo.

Para poder portar la Antorcha de la Verdadera Luz, primero es necesario, no solo estar atentos a ciertos y determinantes eventos, tales como aquella reveladora e iniciática frase de mi abuela, sino que también, a aceptar, con inteligencia, todas nuestras caídas, porque quien cae 1000 veces, y en todas ellas se levanta, tendrá la fuerza de 1000 Hombres, para poder elevar el pesado manto de la Ostra, y escapar de la oscuridad que envuelve a la Perla que habita en su interior. Pero, como sabemos, las perlas solo se lucen con la Luz. Una Perla no vale nada dentro de su Ostra, tal como sucede con la persona que nunca ha podido escapar de las fuerzas tiranas de su inconsciente primitivo. La Perla, solo se Luce al recibir la Verdadera Luz de la Conciencia, en constante elevación, debido a la propia acción de la voluntad vencedora.

Nelson J. Ressio.

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