¿Te gustó esta Web? Haz clic aquí para recibir novedades.
Mostrando las entradas con la etiqueta Desarrollo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Desarrollo. Mostrar todas las entradas

10/08/2024


El poder del intelecto, cuando es realmente comprendido y cultivado, se convierte en una fuerza transformadora que va más allá de la mera supervivencia. Este poder es la clave para liberarnos del estado que podríamos llamar "zombinolento", una condición en la que las personas se dejan llevar por las distracciones superficiales de la vida moderna, sin buscar una auténtica satisfacción. Es en la capacidad de redirigir nuestra energía hacia lo que realmente nos enriquece, donde hallamos la verdadera senda hacia la superación personal.

El desafío radica en la decisión de cambiar de foco, desde lo que nos sumerge en un letargo intelectual, hacia lo que nos despierta y fortalece. No es un camino fácil, ya que implica renunciar a las gratificaciones inmediatas que ofrecen los placeres efímeros, y en su lugar, abrazar un proceso de crecimiento que a menudo conlleva esfuerzo y sufrimiento. Sin embargo, la recompensa que se obtiene al final de este trayecto es inmensurable. No se trata de un reconocimiento externo, sino de la fortaleza interna que se desarrolla a través del cultivo de la sabiduría y la perseverancia.

Este proceso de transformación es accesible para todos, pero requiere de una elección consciente y deliberada. Es fácil dejarse llevar por la inercia y permanecer en el mundo de las apariencias, donde la felicidad es superficial y transitoria. Sin embargo, aquellos que eligen enfrentarse a sí mismos y luchar contra sus impulsos más bajos, descubren que es posible alcanzar una forma de existencia más elevada. Esta lucha es, en definitiva, una batalla contra el ego, ese aspecto de nosotros que busca la gratificación inmediata sin considerar las consecuencias a largo plazo, y para ello, la voluntad y la persistencia son las armas que tenemos a nuestra disposición en esta batalla. Al ejercer estas cualidades, comenzamos a debilitar el control que el ego tiene sobre nosotros, y gradualmente, nos acercamos a la verdadera esencia del Homo Sapiens Sapiens. En este punto, ya no somos esclavos de nuestras pasiones más básicas, sino que hemos desarrollado una fortaleza interna que nos permite trascender el mundo animal en el que nos encontramos.

Sin embargo, esta transformación no es automática ni fácil de lograr. Requiere un compromiso constante y una dedicación a la autoeducación y al desarrollo personal. Es aquí donde entra en juego la idea del "polímata", una persona que ha desarrollado múltiples habilidades y conocimientos en diversas áreas. Este enfoque multidisciplinario no es exclusivo de unos pocos; cualquier persona, con suficiente determinación y esfuerzo, puede alcanzar este nivel de desarrollo.

El verdadero obstáculo radica en la disposición a hacer el cambio necesario. Muchas personas no están dispuestas a renunciar a las comodidades y distracciones de la vida moderna, y como resultado, permanecen atrapadas en un ciclo de superficialidad y complacencia. Otros, aunque reconocen la necesidad de cambio, carecen de la perseverancia para ver el proceso hasta el final. Pero para aquellos que están dispuestos a enfrentarse a sí mismos y a superar sus limitaciones, el potencial de crecimiento es ilimitado.

El tiempo es un recurso valioso que a menudo no sabemos utilizar adecuadamente. En lugar de dedicarlo a actividades que nutren nuestra mente y espíritu, lo desperdiciamos en entretenimientos que no nos aportan nada duradero. Este es el gran desafío de nuestro tiempo: aprender a gestionar el tiempo de manera que nos permita crecer y desarrollarnos como seres humanos completos.

La sociedad actual, con su énfasis en el consumismo y la gratificación instantánea, está diseñada para mantenernos en un estado de dependencia del ego. Los medios de comunicación, la publicidad, y la cultura de las celebridades, todos contribuyen a reforzar esta dependencia, alentándonos a buscar la felicidad en cosas externas en lugar de en el desarrollo interno. Pero aquellos que logran liberarse de esta trampa descubren que la verdadera felicidad no viene de lo que poseemos o de cómo nos ven los demás, sino de lo que somos y de cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea.

Esta lucha contra el ego es una batalla continua. El ego no se rinde fácilmente, y constantemente busca formas de reafirmarse en nuestras vidas. Pero con cada victoria que logramos, nos volvemos más fuertes y más capaces de resistir sus tentaciones. A medida que avanzamos en este camino, comenzamos a experimentar un cambio profundo en nuestra percepción del mundo y en nuestra relación con los demás.

El objetivo final de este proceso es alcanzar un estado de equilibrio en el que el ego ya no controle nuestras acciones y decisiones. En este estado, somos capaces de actuar de manera auténtica y significativa, sin ser arrastrados por los impulsos irracionales que tantas veces nos desvían de nuestro verdadero propósito. Es aquí donde encontramos la verdadera libertad, una libertad que no depende de las circunstancias externas, sino de la fortaleza interna que hemos cultivado a lo largo de nuestra vida. Así, el camino hacia la superación personal y el desarrollo intelectual no es un camino fácil, pero es un camino que vale la pena recorrer. Nos exige que seamos honestos con nosotros mismos, que enfrentemos nuestras debilidades y que estemos dispuestos a trabajar arduamente para superar las barreras que nos impiden alcanzar nuestro pleno potencial. Pero para aquellos que están dispuestos a aceptar este desafío, las recompensas son invaluables.

Entonces, lo que realmente importa no es lo que logramos en términos materiales, sino en cómo hemos crecido como individuos. Este crecimiento personal es lo que nos permite vivir vidas plenas y significativas, y es lo que nos distingue como seres humanos verdaderamente evolucionados. Al final del día, lo que cuenta no es lo que hemos acumulado, sino en lo que nos hemos convertido. Esta es la verdadera medida del éxito, y es lo que nos permitirá trascender el estado "zombinolento" y vivir una vida de propósito y significado.

¿Te gustó esta Web? Haz clic aquí para recibir novedades.

08/07/2023


La televisión, conocida también como la caja de imágenes, ha sido objeto de análisis y debate por su impacto en la mente humana. Algunos estudiosos se refieren a este fenómeno como "Televisiosis" o "Televisiositis", especialmente en lo que concierne a los niños, quienes se consideran más vulnerables a los efectos psicológicos de esta forma de entretenimiento.

Es importante reconocer que los únicos responsables de permitir que los niños pasen largas horas frente al televisor, sin un control adecuado del tiempo y los contenidos, somos los adultos. Los niños están naturalmente programados para absorber, asimilar, aprender, pensar y deducir todo lo que perciben a través de sus sentidos. Esta capacidad les permite prepararse para la vida adulta. Pero, ¿qué significa estar preparado para la vida adulta? Durante la infancia, los niños deben enfrentarse a eventos y objetos del mundo real, con todas sus realidades, tanto positivas como negativas. Esta experiencia les proporciona una especie de "coraza" psicológica compuesta por dualidades, como el bien y el mal, el sufrimiento y el gozo, las pérdidas y las conquistas. Esta "coraza" los prepara para afrontar las realidades que encontrarán en la edad adulta, sin sucumbir ante la indecisión y la incertidumbre que a menudo caracterizan la vida de los adultos.

Siguiendo esta premisa, un niño que pasa muchas horas al día frente al televisor sufre la pérdida de contacto con varias realidades, lo que puede resultar en trastornos en su desarrollo. Algunos de estos trastornos incluyen una percepción distorsionada de la vida y las personas, una disminución de la actividad cerebral orientada a la percepción de sonidos e imágenes cargados de conceptos que pueden modificar la realidad propia de los niños, una pasividad y receptividad excesivas en detrimento de una actitud activa y proactiva, falta de comunicación social con la familia y amigos, disminución de la creatividad, la imaginación y la inventiva, problemas de atención o el llamado Trastorno de Atención, alteración de la paz y armonía familiar debido a los programas de televisión que se eligen, problemas visuales si los niños miran la televisión a menos de tres metros de distancia, percepción y asimilación de una realidad alterada y virtual, tiempo perdido que podría utilizarse para actividades familiares, amistades, estudio, lectura, creaciones intelectuales y muchas otras cosas más.

¿Cuál es la responsabilidad de los padres en relación con el tiempo que los niños pasan frente a este "chupete electrónico" llamado televisión? La respuesta es simple: ¡toda la responsabilidad! Dado que los niños aún no han madurado lo suficiente como para comprender los efectos negativos, somos los adultos los que debemos tomar conciencia y tomar decisiones sobre el tiempo y los contenidos que nuestros hijos consumen en la televisión. Debemos ser firmes en la implementación de estas decisiones. Sin embargo, no es suficiente ser adultos restrictivos en la libertad de nuestros hijos. También debemos pasar tiempo de calidad con ellos durante los momentos libres de televisión que nosotros mismos les hemos impuesto. Si controlamos eficazmente el tiempo y el contenido que ven, debemos tener la misma dedicación para participar en actividades extra-televisivas, como jugar cartas, ajedrez, leer juntos todos los días y tener conversaciones sobre temas que ellos elijan o puedan manejar desde su perspectiva aún inmadura. También es importante salir a compartir momentos de juego físico con la familia y amigos. En mi caso, estas sesiones ocurren todas las noches durante una hora o más, y no son obligatorias, sino que son iniciativa de los propios niños. El objetivo es generar hábitos y costumbres positivas en los niños, para que después de unos pocos meses de práctica, sean ellos mismos quienes recurran a estas buenas prácticas que mencioné anteriormente.

¿Qué responsabilidad tiene la escuela en relación con este enemigo de la intelectualidad que es la televisión? La respuesta es: mucha responsabilidad. ¿Cómo deberían actuar los profesores ante este tema? En primer lugar, deben predicar con el ejemplo y advertir sobre el daño que la televisión puede causar tanto en el presente como en el futuro. Si el tema de la influencia de la televisión no se encuentra dentro de los programas curriculares, debería incluirse. Si ya está presente en la currícula, los profesores deben utilizar ejemplos y una buena didáctica para mostrar a los estudiantes los aspectos detallados anteriormente.

En resumen, desde mi humilde punto de vista, la capacidad intelectual de las personas está inversamente relacionada con el tiempo que han pasado y pasan frente al televisor. Esta máquina, que provee una serie de dependencias psicológicas e ideológicas a mentes desprotegidas, genera una relación proporcional en la sociedad. A mayor tiempo dedicado a la televisión, menor es la capacidad intelectual de la sociedad en su conjunto. Esto implica menos tiempo para cultivar el conocimiento, lo cual tiene graves implicaciones para la participación de las personas en la construcción y el mantenimiento de un mundo mejor. Entre estas implicaciones se encuentra la ausencia de libertad de pensamiento y expresión, el debilitamiento de virtudes esenciales como la tolerancia, el respeto y la empatía, y la manifestación de sentimientos de ira ante situaciones irrelevantes que no contribuyen a lo que realmente importa en la vida.

Si deseamos construir un mundo cada vez mejor en todos los sentidos, los adultos, incluidos los padres, los docentes, los políticos, etcétera, debemos asegurarnos de que el tiempo de los niños no se convierta en tiempo perdido. Si lo permitimos, nuestro futuro estará en peligro y la sociedad pagará las consecuencias.

Diversos estudios científicos respaldan la idea de que una exposición excesiva a la televisión puede tener efectos perjudiciales en los niños. Por ejemplo, la investigación realizada por el Centro de Investigación sobre Niños, Medios y Salud de la Universidad de California ha demostrado que la exposición prolongada a contenidos violentos en la televisión está relacionada con un aumento en la agresividad y la disminución de la empatía en los niños (Johnson, 2020). Otro estudio llevado a cabo por la Academia Americana de Pediatría reveló que los niños que pasan más tiempo frente al televisor tienen un mayor riesgo de desarrollar obesidad, problemas de sueño y dificultades en el rendimiento escolar (American Academy of Pediatrics, 2021). Estos hallazgos enfatizan la importancia de establecer límites adecuados y fomentar otras actividades saludables para el desarrollo integral de los niños.

Es fundamental que los adultos seamos conscientes del impacto de la televisión en la percepción de la realidad de los niños. El psicólogo Albert Bandura ha destacado la capacidad de los medios de comunicación para modelar conductas y actitudes, argumentando que los niños que se exponen a contenidos agresivos en la televisión pueden imitar dichos comportamientos en su vida diaria (Bandura, 2001).

La reconocida escritora y activista social Jane Goodall ha expresado su preocupación por el impacto de la televisión en la conexión con la naturaleza y la empatía hacia los animales. Goodall afirma: "Cuando los niños pasan largas horas frente al televisor, se desconectan de la belleza y la fragilidad del mundo natural. Esto limita su capacidad para preocuparse por el bienestar de los animales y el medio ambiente" (Goodall, 2018).

Además de los efectos perjudiciales en el desarrollo emocional y cognitivo de los niños, la televisión también puede afectar la calidad de las relaciones familiares y sociales. La falta de comunicación interpersonal y el aislamiento social son consecuencias comunes cuando los niños se sumergen en una dieta constante de programas televisivos. Por ello es fundamental que los padres y los docentes se involucren activamente en el tiempo libre de los niños y promuevan actividades enriquecedoras que fomenten la interacción, la creatividad y el aprendizaje. Esto implica establecer momentos de lectura conjunta, juegos de mesa, salidas al aire libre y conversaciones significativas sobre temas que despierten el interés de los niños.

En definitiva, la televisión puede ser una fuente de entretenimiento y conocimiento, pero también puede tener efectos perjudiciales en el desarrollo de los niños si no se controla adecuadamente. Los adultos tenemos la responsabilidad de regular el tiempo y los contenidos que nuestros hijos consumen en la televisión, brindándoles una educación equilibrada y oportunidades para crecer en todos los aspectos de sus vidas. Recuerda que la televisión no debe convertirse en una niñera electrónica, sino en una herramienta complementaria para el aprendizaje y el entretenimiento responsable.

Referencias:

  • Johnson, E. (2020). The Impact of Television on Children's Social and Emotional Development. Center on Media and Child Health.
  • American Academy of Pediatrics. (2021). Media and Children.
  • Bandura, A. (2001). Social cognitive theory of mass communication. Media Psychology, 3(3), 265-299.
  • Goodall, J. (2018). The Importance of Connecting Children and Nature. 

¿Te gustó esta Web? Haz clic aquí para recibir novedades.

Donar en Patreon
Nota: Todos los artículos de esta web, www.erminauta.com, poseen Copyright. Cualquier uso indebido, como copia, lectura o transcripción similar en cualquier medio, ya sean páginas web, directos en video, videos grabados, o podcast personales en audios, son una fiel violación a los derechos, lo cual es penado por la ley de propiedad intelectual. De todos modos, si desea crear una información a partir de esta, deberá, de manera inexorable, nombrar la fuente, que en este caso soy yo: Nelson Javier Ressio, y/o esta web mediante el link específico al/los artículo/s mencionado/s.
Safe Creative #0904040153804


Recomendados

Subscribe to RSS Feed Follow me on Twitter!
☝🏼VOLVER ARRIBA☝🏼