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09/11/2016

Por desgracias, algunos no comprenden el verdadero significado de la palabra MISIÓN, debido, quizás, a que la misma se encuentra directamente relacionada con el sufrimiento y con una potencial muerte. La MISIÓN, auto-impuesta o impuesta a través de una cadena de mando, conlleva un inevitable período de sufrimiento, basado en el altruismo, y en la innata necesidad de luchar, con las armas del conocimiento y de la inteligencia, en pos de hacer de este mundo, un lugar mejor, así sea, dentro de nuestro pequeño circulo de acción, o bien, en el mundo en su totalidad.

El ser humano, actualmente, en muchos estratos sociales, huye del sufrimiento, despavorido y con las manos sacudiéndolas en alto, mientras sus ojos se mueven desorbitados; huye rápidamente en dirección hacia la seguridad que le brindan las vacías comodidades del mundo de hoy en día, convirtiéndose en un ser humano que no comprende el verdadero sentido de la palabra MISIÓN, entre otras muchas palabras, por supuesto.

Una MISIÓN se lleva a cabo, -en caso de hacerse por motus propio-, con la conciencia de que se sufrirá durante el transcurso de la misma, teniendo en cuenta, que una MISIÓN, puede llegar a durar, toda la vida, y toda la vida, puede ser también, un gran cúmulo de sufrimientos, sufrimientos que solo serán soportados por personas que han logrado desarrollar una gran y alta conciencia de si mismo, de lo que le rodea y mucho mas allá del propio planeta en el que vivimos.

Pero, por desgracias, la debilidad colectiva, el ansias de ser siempre jóvenes, la infantilización del adulto por manos del propio adulto, el creer que de manera in aeternum se encuentran en la secundaria, la desprotección intelectual, moral, ética y espiritual (sin referirme a la espiritualidad religiosa), han creado un adulto, que piensa que las personas que llevan a cabo una verdadera MISIÓN, solo lo hacen, basados en un imperioso deseo de mostrar y de mostrarse, y no así, por un real interés en el otro. Esta parte de la sociedad, banal e individualista, cree que ciertas personas, que se esfuerzan por trascender, aun sufriendo y dejando mucho en el transcurso de sus misiones, -trascendencia que no es con su nombre, porque ello proviene desde el Ego, sino que, por una trascendencia desde el trabajo duro, basado en un gran sentido altruista-, no lo hacen para intentar que los demás logren la conciencia del si mismo, la verdadera conciencia, y no así, una conciencia apócrifa, alimentada por conveniencias y connivencias. Pero, no todo es sufrimiento al llevar a cabo una MISIÓN, porque, parte de ella, se corresponde con el verdadero proceso creativo, y no así, con una simplista necesidad de mostrar, de mostrarse y de ser reconocido.

No se debe confundir a una persona que cumple una MISIÓN, en este caso, auto-impuesta (o no), con una persona que solo desea darle rienda suelta a sus egos. Son dos personas totalmente diferentes, ya que, la primera, se fundamenta en diversas situaciones, entendidas de tal manera, que se concluye con la necesidad de que las mismas sean mejoradas, y dicha persona, coloca su ser, de manera completa y sin dudarlo, para lograr enfrentar dichas situaciones, las que a su juicio aparentan sobrellevar tintes de equívocos existenciales y/o argumentales; mientras que la segunda persona, solo actúa por ignorancia, por conveniencia propia -aunque parezca que ofrezca una ayuda hacia los demás-, por connivencia, o bien, por una necesidad genuina de mostrar, de mostrarse y de ser reconocido, valga esta doble mención con el párrafo anterior.

La persona que lleva a cabo una verdadera MISIÓN, no espera nada a cambio, mas que el respeto hacia sus derechos, mientras que la persona basada en sus Egos, siempre espera reconocimiento, porque el reconocimiento, en el cerebro del Egoísta, se constituye como una fuerza psíquica muy poderosa, y si estas personas intentan luchar contra dicha fuerza, allí es donde comienza el sufrimiento, y es allí mismo, justamente, en donde también se produce la gran bifurcación antedicha; entre los que se quedan alimentando a sus Egos, en una etapa infantil, y los que luchan contra ellos; entre los que muestran y se muestran, y los que solo pasan de una MISIÓN a otra; entre los que permiten que el Ego los mantenga en un estado infantil, y los que sufren con el gran y sublime proceso de Individuación; proceso que si se lo acepta debidamente, será el que nos transformará en verdaderos adultos.

Se debe tener mucho cuidado al tomar una determinada decisión. No todo lo que se muestra y el que se muestra, proviene desde el Ego, no todos los actos de hacer distinguir un error, se corresponde con un intento de ser reconocido. El tema es, precisamente, el punto de vista que se elije para tal fin, ya que, depende enteramente desde cual de las dos bifurcaciones antedichas, se esté mirando, si desde la que lleva al infantilismo, o desde la que lleva hacia la Individuación.


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